Luminosa, vibrante y amorosamente elaborada, esta colección está inspirada en el cómo,
por qué y para qué amar.
Upsala simboliza el amor puro, enorme y vibrante,
como el glaciar Upsala en Calafate, Argentina.
En 2008 hice un viaje a Argentina con Shak, mi pareja, a los glaciares de la Patagonia. El más grande se llama Upsala. Los glaciares son hoy nuestra reserva de vida, agua que amenaza con desaparecer.
Pudimos caminar sobre el glaciar, sentir el hielo bajo los pies, ver los colores, sus reflejos y transparencias. Las estructuras que forman (desde lejos se ve cómo se van sobreponiendo los bloques de hielo) parecieran formarse de alguna manera y disponerse una sobre de otra como si se hubieran diseñado y trazado previamente.
Escuchábamos y sentíamos bajo los pies el crujir del hielo al ir avanzando en forma de cascada. Este escenario me creó una sensación de conciencia de que la tierra está viva. Se dispone caótica pero ordenadamente, avanza y no para hasta llegar a donde quiera que tenga que llegar. La luz a través del hielo adquiría distintas tonalidades. El sol dorado iluminando toda su superficie, formando un halo. También apareció en mi mente la constante amenaza de que pudiera desaparecer, de que siempre hay riesgo.
El glaciar está vivo, cambia, se derrite, llega la lluvia y vuelve a alimentarse. Deseo que no se derrita, que no termine, no me asusto, pero si tomo conciencia de cuidarlo.
Deseo amar a Shak toda mi vida, pero ese es un deseo solamente. Hoy lo amo nueve años después de caminar por Upsala; no igual, hemos perdido, hemos ganado, hemos cambiado, pero seguimos caminando juntos, vivos, y con el deseo de que sea por mucho tiempo… un día, no hoy, sabremos cuánto.